Muchos expertos consideran que las grandes causas de las enfermedades relacionadas con el sedentarismo están en la industria de alimentos y el desarrollo tecnológico.
Así como han surgido iniciativas cuestionables sobre la regulación de productos alimentarios, también han sido propuestas normas un tanto radicales para evitar el excesivo uso de la tecnología. No sólo parece absurdo ir en contra de las maravillas innegables del desarrollo sino que se evidencia una visión limitada del urgente enfoque multisectorial para enfrentar los desafíos de la humanidad, la salud entre otros.
Recientemente, un grupo de expertos en actividad física, liderados por la Universidad de Stanford, así como por universidades públicas y privadas de nuestro país, ha presentado evidencia científica sobre el gran potencial de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) en la promoción de estilos de vida saludable, en especial en el incremento de los niveles de actividad física para diferentes grupos poblacionales.
La utilización de teléfonos celulares, por ejemplo, es tan amplia que casi ningún colombiano está excluido, a pesar de no tener a veces comida, vivienda, salud, seguridad o educación. Un creciente número de habitantes tienen acceso a los teléfonos inteligentes, o smartphones, que permiten una gama infinita de posibilidades, para bien y para mal. Específicamente, en actividad física se han explorado opciones muy prometedoras. Desde mensajes de texto sencillos y fáciles de entender e implementar, basados en evidencia científica y no en intereses comerciales particulares, hasta programas de tamizaje, monitoría, seguimiento, evaluación y análisis de información sobre la cantidad y calidad de la actividad física diaria.
Se han evaluado, por ejemplo, programas de consejería y acompañamiento a pacientes sedentarios con resultados muy satisfactorios y de bajo costo. Las mediciones cotidianas de nuestros hábitos han permitido no sólo concientizar y objetivar información importante, sino también intervenir con más precisión sobre los factores de riesgo relacionados con nuestro comportamiento.
Una vez más queda claro que los grandes problemas de salud requieren grandes alianzas y enfoques multidisciplinarios si queremos encontrar soluciones sostenibles y efectivas. Bienvenidos los avances tecnológicos, el sector productivo, la economía, la política, la educación y toda la sociedad para ayudarnos a combatir la grave epidemia del sedentarismo.
Así como han surgido iniciativas cuestionables sobre la regulación de productos alimentarios, también han sido propuestas normas un tanto radicales para evitar el excesivo uso de la tecnología. No sólo parece absurdo ir en contra de las maravillas innegables del desarrollo sino que se evidencia una visión limitada del urgente enfoque multisectorial para enfrentar los desafíos de la humanidad, la salud entre otros.
Recientemente, un grupo de expertos en actividad física, liderados por la Universidad de Stanford, así como por universidades públicas y privadas de nuestro país, ha presentado evidencia científica sobre el gran potencial de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) en la promoción de estilos de vida saludable, en especial en el incremento de los niveles de actividad física para diferentes grupos poblacionales.
La utilización de teléfonos celulares, por ejemplo, es tan amplia que casi ningún colombiano está excluido, a pesar de no tener a veces comida, vivienda, salud, seguridad o educación. Un creciente número de habitantes tienen acceso a los teléfonos inteligentes, o smartphones, que permiten una gama infinita de posibilidades, para bien y para mal. Específicamente, en actividad física se han explorado opciones muy prometedoras. Desde mensajes de texto sencillos y fáciles de entender e implementar, basados en evidencia científica y no en intereses comerciales particulares, hasta programas de tamizaje, monitoría, seguimiento, evaluación y análisis de información sobre la cantidad y calidad de la actividad física diaria.
Se han evaluado, por ejemplo, programas de consejería y acompañamiento a pacientes sedentarios con resultados muy satisfactorios y de bajo costo. Las mediciones cotidianas de nuestros hábitos han permitido no sólo concientizar y objetivar información importante, sino también intervenir con más precisión sobre los factores de riesgo relacionados con nuestro comportamiento.
Una vez más queda claro que los grandes problemas de salud requieren grandes alianzas y enfoques multidisciplinarios si queremos encontrar soluciones sostenibles y efectivas. Bienvenidos los avances tecnológicos, el sector productivo, la economía, la política, la educación y toda la sociedad para ayudarnos a combatir la grave epidemia del sedentarismo.
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