Aunque en gran parte de los casos no representan una gravedad extrema, una lesión que involucre el cráneo siempre merece atención.
La mayoría de los niños pueden sufrir golpes que en muchos casos tienen que ver con la cabeza. Cuando aprenden a darse la vuelta se caen de la cama, si gatean se golpean contra el piso, al caminar se tropiezan y si corren pueden enredar sus pies y caer.
Un golpe de estos siempre merece cuidado y debe ser revisado detalladamente por los padres para definir su gravedad y la posibilidad de visitar un servicio de urgencias, por ejemplo, si el mecanismo de trauma fue de alto impacto (altura mayor a 90 centímetros o víctima de accidente de tránsito).
Los traumas craneoencefálicos se dividen en leves, moderados y severos. La neuropediatra Luisa Fernanda Márquez dice que los dos últimos son los que comprometen el estado de conciencia y deben ser inmediatamente llevados por urgencias. Los leves son aquellos que no generan un trastorno significativo del estado de razón.
Por eso, es importante que los padres establezcan cómo fue el golpe, de dónde se cayó, contra qué tipo de superficie se golpeó. Al mismo tiempo, si hubo pérdida del conocimiento, si el niño está irritable, cambia su comportamiento, se queja de dolor de cabeza, tiene vómito, llanto constante, deja de mover una parte del cuerpo, hay sangrado por los oídos o presenta convulsiones. Todo esto debe ser revisado por el especialista.
Los anteriores síntomas se presentan porque los traumas craneoencefálicos pueden generar diferentes tipos de lesiones, tanto en el cráneo como en el tejido cerebral.
“Las lesiones más graves que podrían presentarse son la acumulación de sangre en la membrana que cubre el cerebro, hemorragias venosa o arterial, sangrados dentro del tejido cerebral, inflamación del tejido cerebral y desgarro de fibras nerviosas y ruptura de vasos sanguíneos”, explica la especialista.
Lesiones leves
La doctora Márquez recalca que las heridas superficiales deben lavarse con abundante agua limpia y jabón, cubrirlas con un apósito limpio y hacer presión para controlar la hemorragia. Asimismo, puede usarse cualquier tipo de solución tópica antiséptica para evitar infecciones. El resto de mecanismos para curar el golpe dependen de una evaluación médica.
Siempre se dice que no es bueno dejar dormir al niño después de un golpe en la cabeza, pero la especialista afirma al respecto que si los padres se aseguran de que no existe ninguna de las alteraciones ya descritas, el pequeño puede adormecerse. “Recomiendo despertarlo cada tres a cuatro horas, con el fin de evaluar su estado de razón. El problema de dejar dormir al menor es que su sueño puede significar un deterioro de su conciencia.
Es necesario que el cuidador se cerciore de que el menor tenga un alertamiento completo cada vez que sea despertado”, manifiesta la neuropediatra.
La poca atención de un golpe cerebral puede dejar consecuencias graves y secuelas, como pérdida de las funciones motrices y de las capacidades intelectuales, ceguera, ataques epilépticos, problemas de comportamiento, aprendizaje o atención. Revise los síntomas y actúe a tiempo.
Lesiones cuidadosas
El más común de los resultados de un golpe en la cabeza es el ‘chichón, un hematoma o acumulación de sangre que se hace entre el cuero cabelludo y el hueso del cráneo.
Según la neuropediatra Márquez, este cefalohematoma puede o no asociarse a fractura de cráneo y no significa necesariamente que el paciente tenga una lesión cerebral. Los papás deben estar atentos a los signos de alarma, que son los que alertan sobre la posibilidad de una lesión intracraneana. Es decir, el ‘chichón’, aunque es muy llamativo, puede no asociarse a lesiones internas muy serias.
Si en el golpe se presenta un sangrado que aparece en el cuero cabelludo, es necesario lavar con abundante agua y evaluar si la herida produjo una lesión en el área mayor a un centímetro, que amerite sutura. Es muy importante establecer si la sangre viene de otra parte, como los oídos o la nariz, pues en estos casos siempre debe acudirse al servicio de urgencias.
Nunca automedique y siempre comuníquese con el pediatra del menor.
La mayoría de los niños pueden sufrir golpes que en muchos casos tienen que ver con la cabeza. Cuando aprenden a darse la vuelta se caen de la cama, si gatean se golpean contra el piso, al caminar se tropiezan y si corren pueden enredar sus pies y caer.
Un golpe de estos siempre merece cuidado y debe ser revisado detalladamente por los padres para definir su gravedad y la posibilidad de visitar un servicio de urgencias, por ejemplo, si el mecanismo de trauma fue de alto impacto (altura mayor a 90 centímetros o víctima de accidente de tránsito).
Los traumas craneoencefálicos se dividen en leves, moderados y severos. La neuropediatra Luisa Fernanda Márquez dice que los dos últimos son los que comprometen el estado de conciencia y deben ser inmediatamente llevados por urgencias. Los leves son aquellos que no generan un trastorno significativo del estado de razón.
Por eso, es importante que los padres establezcan cómo fue el golpe, de dónde se cayó, contra qué tipo de superficie se golpeó. Al mismo tiempo, si hubo pérdida del conocimiento, si el niño está irritable, cambia su comportamiento, se queja de dolor de cabeza, tiene vómito, llanto constante, deja de mover una parte del cuerpo, hay sangrado por los oídos o presenta convulsiones. Todo esto debe ser revisado por el especialista.
Los anteriores síntomas se presentan porque los traumas craneoencefálicos pueden generar diferentes tipos de lesiones, tanto en el cráneo como en el tejido cerebral.
“Las lesiones más graves que podrían presentarse son la acumulación de sangre en la membrana que cubre el cerebro, hemorragias venosa o arterial, sangrados dentro del tejido cerebral, inflamación del tejido cerebral y desgarro de fibras nerviosas y ruptura de vasos sanguíneos”, explica la especialista.
Lesiones leves
La doctora Márquez recalca que las heridas superficiales deben lavarse con abundante agua limpia y jabón, cubrirlas con un apósito limpio y hacer presión para controlar la hemorragia. Asimismo, puede usarse cualquier tipo de solución tópica antiséptica para evitar infecciones. El resto de mecanismos para curar el golpe dependen de una evaluación médica.
Siempre se dice que no es bueno dejar dormir al niño después de un golpe en la cabeza, pero la especialista afirma al respecto que si los padres se aseguran de que no existe ninguna de las alteraciones ya descritas, el pequeño puede adormecerse. “Recomiendo despertarlo cada tres a cuatro horas, con el fin de evaluar su estado de razón. El problema de dejar dormir al menor es que su sueño puede significar un deterioro de su conciencia.
Es necesario que el cuidador se cerciore de que el menor tenga un alertamiento completo cada vez que sea despertado”, manifiesta la neuropediatra.
La poca atención de un golpe cerebral puede dejar consecuencias graves y secuelas, como pérdida de las funciones motrices y de las capacidades intelectuales, ceguera, ataques epilépticos, problemas de comportamiento, aprendizaje o atención. Revise los síntomas y actúe a tiempo.
Lesiones cuidadosas
El más común de los resultados de un golpe en la cabeza es el ‘chichón, un hematoma o acumulación de sangre que se hace entre el cuero cabelludo y el hueso del cráneo.
Según la neuropediatra Márquez, este cefalohematoma puede o no asociarse a fractura de cráneo y no significa necesariamente que el paciente tenga una lesión cerebral. Los papás deben estar atentos a los signos de alarma, que son los que alertan sobre la posibilidad de una lesión intracraneana. Es decir, el ‘chichón’, aunque es muy llamativo, puede no asociarse a lesiones internas muy serias.
Si en el golpe se presenta un sangrado que aparece en el cuero cabelludo, es necesario lavar con abundante agua y evaluar si la herida produjo una lesión en el área mayor a un centímetro, que amerite sutura. Es muy importante establecer si la sangre viene de otra parte, como los oídos o la nariz, pues en estos casos siempre debe acudirse al servicio de urgencias.
Nunca automedique y siempre comuníquese con el pediatra del menor.
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